Otro año más...

Te despiertas esa mañana y te quedas mirando al techo, pesando. Te viene a la mente todo lo vivido con esa persona, tanto lo bueno como lo malo, y te das cuenta de que ya es tarde. Lo has perdido. Él está lejos y no volverá jamás.  Recuerdas sus últimas palabras, insultos y gritos. No te gustaba verle así, y menos cuando tú eras la causante de su enfado.
Con los ojos llorosos te levantas. Caes en la cuenta de que hoy es su día. Un año más. Y tú no estás con él.
Miras por la ventana esperando verle aparecer. Pero una vez más te decepcionas y vuelves a la realidad. Coges los libros que te tocan hoy en clase y de entre ellos cae vuestra foto; parece ser que hoy el destino quiere que le recuerdes.
En el recorrido de casa a clase miras al cielo y piensas en esos días tan felices, pero el día se torna gris en tu mundo al recordar su error y el tuyo.
Pasa la mañana y tú estás muda. No has dicho palabra en lo que llevas de día y tus amigos se preguntan qué te pasa. Les dices que no es nada y sonríes, aunque sabes que es una sonrisa falsa.
Llega la noche y de nuevo estás en la cama. Piensas en él como has hecho a lo largo del día. Cierras los ojos y te fundes en los brazos de Morfeo viendo acabar otro día más sin saber de él.