Mi musica

lunes, 14 de abril de 2014

Empezó como un juego...

Está sentada en su cama, mira el reloj que acaba de marcar las doce de la noche y sonríe. 14 de abril, su fecha favorita desde hace justo un año.
Lo recuerda todo como si fuera ayer:
En enero del año pasado ella acabó mal en la relación que tenía y su mejor amigo, a pesar de la distancia, siempre estuvo con ella haciéndola reír y olvidarse de todo lo malo. De hecho lo consiguió, tanto que desde entonces ella no podía dejar de pensar en otro que no fuera él. Pero no podía decírselo por dos motivos: 1-Temía que si le confesaba sus sentimientos su amistad terminara; 2- Él tenía novia.
Decidió callar y seguir con él como siempre.
Entonces pasó, el 14 de abril de 2013 él le pidió salir y ella encantada dijo que sí. Pero ambos sabían que sólo era un juego, para que otro chico dejara de molestarla a ella. Aunque fuera un juego, los dos a veces bromeaban como si de verdad fueran pareja.
En junio ella ya había terminado sus exámenes pero a él todavía le quedaban y casi apenas hablaban, pero una noche que coincidieron la aprovecharon al máximo y estuvieron hablando hasta bien entrada la madrugada. Fue entonces cuando ella se armó de valor y le confesó lo que sentía: él le gustaba. Con miedo a su respuesta, se sorprendió al leerla. El sentimiento era mutuo.
Desde entonces, cada vez que coincidían ella le quería un poco más por su forma de ser con ella, podían estar hablando como dos simples amigos como de repente hablar como si fueran novios; y poco a poco él fue expresando también sus sentimientos por ella. Ambos descubrieron que pensaban el uno en el otro más a menudo que cuando hablaban siempre estaban sonriendo; cuando discutían se echaban de menos y en las reconciliaciones siempre conseguían pasar página, hacer como si nada hubiera pasado. Más a menudo empezaban a contarse los problemas que tenían y descubrían que se hacían sonreír, que lo que necesitaban era eso.
Solo había una pega en su historia: la distancia, siempre la maldita distancia.
Sabía perfectamente que nunca podría ser novia de él hasta que ese problema no se solucionara. Ambos tenían claro que las relaciones a distancia nunca salían bien. Por eso a menudo ella perdía los nervios, la distancia la hacía volverse celosa, pero consiguió controlarlos y ahora le da igual. Sabe que él la quiere y ella le quiere a él. Se lo demostró en el momento en que él le confesó que no le pidió salir a otra chica porque pensaba en ella.
Un año después, allí en su cama sentada escribe estas palabras en un cuaderno, tal vez para luego mostrárselas a través de alguna de sus redes sociales porque, como dice Pablo Alborán en su canción favorita, a ella le cuesta creer que todavía no se haya marchado. Y espera que nunca lo haga.
No sabe que pasará a partir de ahora, todo puede cambiar: pueden verse en persona y empezar una relación estable o pueden encontrar a alguien cercano con quién empezar otra historia. Solo espera, que pase lo que pase, su amistad no cambie y sigan cumpliendo años, porque todo esto empezó como un juego y se convirtió en una realidad.



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