Chloe.

Siempre se me han dado bien las palabras. En mi trabajo es tan importante describir lo que hago como hacerlo. Cuando hay que hablar, que palabras elegir; hay hombres que no soportan ciertos términos, que detestan algunos gestos y no pueden vivir sin otros. Es parte de mi trabajo saber donde poner la mano, los labios, la lengua, la pierna, incluso mis pensamientos. Cuanta presión ejercer, cuanto tiempo, cuando parar. Puedo ser tu primera chica o la que salía en una foto del play boy que viste a los nueve años; puedo ser tu secretaria o tu hija, incluso aquella profe de mates a la que odiabas. Lo único que se, es que si lo hago bien puedo convertirme en tu sueño más vivo, vibrante y sólido. Y luego de repente, desaparecer.